domingo, 31 de mayo de 2009

El incidente de Leningrado (San Petersburgo)


El incidente de leningrado (1981)


En el año 1981 me encontraba yo realizando mi curso de práctica a bordo del buque Gral. Belgrano de la Empresa ELMA. SA. Era ese mi último año de estudio por lo
había comenzado a realizar guardias con el 3er Oficial.Aquella noche nos encontrábamos cruzando el canal de Kiel que atraviesa la Península de Dinamarca rumbo al Mar Báltico y teníamos como destino final alcanzar el puerto soviético de Leningrado.Cuando termine mi guardia a la medianoche me fui directamente a dormir y tuve un sueño:Soñé que caminaba con mi compañero de curso por unas calles en las que viejas grúas grises se encontraban cavando profundas zanjas entre una vía de ida y otra de retorno.Estaba atardeciendo, y la actividad laboral se había detenido por completo. Se nos hacia difícil caminar entre tanto escombro y montículos de tierra. Alcance a distinguir unos carteles amarillos escritos en letras negras sobre los lados de aquellas grúas, los que llamaron mi atención por lo ilegibles. Me acerque entonces lo suficiente como para poder leerlos y de igual manera no alcance a entender nada.Seguimos caminando por la calle de nuestra derecha y era ya oscuro cuando llegamos a una casa donde golpeamos la puerta. Nos atendió una chica alta y rubia que sin mas ceremonias nos hizo pasar a un amplio hall de entrada, el que a su derecha tenía una hermosa escalera de mármol blanco. Recuerdo haber puesto toda mi atención en aquella escalera.La recorrí con mi mente en toda la extensión que la llevaba al primer descanso. La baranda de madera estaba pintada de un tenue color celeste y aunque simple en su estilo, ella imponía su “clase” sobre el resto del salón de entrada.No estoy muy seguro de lo que había enfrente de mí, quizás bajo la escalera que continuaba hacia arriba después del primer descanso, hubiese otra puerta. Una puerta que conducía a otro lugar o tal vez a un simple placard.Aquella chica rubia hizo un ademán con sus manos y nos invito a pasar a otra gran puerta vidriada que estaba a la izquierda y algo mas adelante.Avance y me asome a un gran salón repleto de gente, donde parecía haber una gran fiesta! Todos se veían muy felices allí, bebiendo, sonrientes y fumando en sus mesas.Los decorados de papel y los globos de colores completaban el cuadro que confirmaba mi percepción. Me desperté bastante antes de lo previsto, y mucho antes de lo necesario para tomar mi guardia de las 8 de la mañana.Me sentía espléndido, energizado y sorprendido por aquella forma inusual en mí, de recuperar la conciencia.Recuerdo haber puesto atención en la singular fuerza que sentía en mi antebrazo derecho. Era una agradable sorpresa despertarse en aquel estado de éxtasis. Cuando lo habitual siempre resultaba ser el desgano y el aburrimiento.Aquel día transcurrió como cualquier otro, a excepción de que ya nos encontrábamos navegando por el Mar Báltico en la recta final que nos conducía a nuestro puerto de destino.Llegamos finalmente a Leningrado, en algún día de Abril que ya no recuerdo. Permanecimos en puerto unos 13dias, que se sucedieron bastante animados por las excursiones gratuitas que nos ofrecía el sistema soviético.La cautivante historia de la ciudad se veía enriquecida por las visitas a los museos y a los palacios del Zar. Mucho mas que la propia Moscú, Leningrado significaba en aquel entonces, la cara mas “bonita” que el régimen soviético podía mostrar a occidente. Planificada, concebida y construida para ser la capital más hermosa de Europa. Sus hacedores habían pretendido conjugar en ella, todas las virtudes de Venecia y de Paris, concentradas en una sola y espléndida ciudad. Así fue que este propósito, impulsó a “Pedro El Grande”a contratar los mejores arquitectos de Francia e Italia para poder concretar su sueño de grandeza.El día antes de la partida, me encontraba en mi camarote intentando recuperar algo del tiempo, que mis obligaciones de estudiante, hacia rato reclamaban sin éxito. Y estaba yo esforzándome por hacer algo al respecto, cuando por la puerta entro Alejandro Garvauskas. Mi compañero del curso de cubierta, se veía realmente preocupado pues había olvidado por completo el encargo que le había hecho su padre antes de nuestra partida del puerto de Buenos Aires.El Padre de Garvauskas nacido en Lituania, le había pedido a su hijo que le comprara un “samovar” (una marmita típica del Báltico que sirve para preparar té).Alejandro insistió durante tediosos minutos para que yo lo acompañara a buscar aquel desconocido instrumento culinario y finalmente consiguió su propósito.Fue así, que deje mis obligaciones de estudiante para un mejor momento y salimos juntos a la búsqueda de aquel “extraño aparato ruso”. Mientras yo, comenzaba a reflexionar ya, acerca de las increíbles virtudes del simple y conocido “saquito de té”....Recuerdo que caminamos infructuosamente durante horas buscando en casi cualquier negocio, hasta que alguien por fin nos dijo, que muy posiblemente pudiésemos conseguirlo en la “Misión del Marino”. Acepte el desafió de ir hasta allí solo como ultima oportunidad y bajo la condición de que lo hiciéramos en taxi. Mi compañero que ya no podía seguir disimulando su hastió, asintió de buena gana y tomamos un auto rumbo a aquel lugar.El conductor comenzó a transitar aquellas calles de la antigua ciudad, sin que yo prestara mucha atención a casi ninguna cosa. Hasta que súbitamente, mi visión se amplió al entrar a un amplio Boulevard que estaba dominado por un gran canal central ( Leningrado cuenta con mas de 1100 de estos canales). Avanzamos algunos cientos de metros antes de que yo comenzara a distinguir las primeras “grúas grises” que trabajaban en el lugar cavando y removiendo tierra.Pasamos lo suficientemente cerca de una de ellas, como para que alcanzara a ver aquellos “carteles amarillos” escritos en el (ilegible para mi) idioma ruso. Relacioné instantáneamente todo esto con el sueño que había tenido 2 semanas atrás y la casualidad me conmociono.Y mientras mi mente intentaba acomodarse dentro del concepto mas amplio de la “realidad” el taxi finalmente se detuvo frente al umbral de una casa.Cuando reconocí la casa mi voluntad se desplomó, mis miembros inferiores se paralizaron y experimente un profundo terror hacia lo desconocido.Así y todo, los requerimientos de mi compañero Garvauskas fueron lo suficientemente efectivos como para hacerme descender del auto. Sin decir nada, me pare instintivamente a sus espaldas, mientras el llamaba a la puerta y yo permanencia sumergido en el convencimiento de que algo terrible estaba por ocurrir. Sin embargo, mis miedos se aplacaron cuando una bella muchacha de pelo negro y corto, abrió la puerta y se dirigió a nosotros en ingles. Alejandro contesto en el mismo idioma explicando quienes éramos y de donde veníamos.La muchacha nos hizo pasar a un zaguán donde esperamos durante pocos minutos antes que otra muchacha “alta y rubia” abriera la puerta que nos separaba del hall, y hablando en perfecto castellano nos invitara a pasar.No puedo a ciencia cierta, afirmar que se trataba de la misma chica “alta y rubia” que yo había visto en mi sueño. En realidad, ese detalle había dejado ya de ser importante.En menos de un segundo, mi estado de ánimo había pasado del terror a la curiosidad y de esta al asombro. Por arte de “magia”, mi rechazo se había transformado en anhelo y búsqueda. Y mi objetivo se había fijado en un solo lugar.Me pareció cruzar la puerta de ingreso al hall, en instantes filmados por “cámara lenta”. Un silencio se abrió paso en mi corazón cuando finalmente tuve la certeza de estar frente a ella. ¡A nada había puesto mas atención en mi sueño que a esa escalera de mármol blanco!. Y ella estaba allí, tal cual la había visto 2 semanas antes. Ahora éramos el uno frente al otro, confirmando la contundencia de dos mundos que se encontraban pese a lo inexplicable.Un profundo sentimiento de admiración por “no sé que cosa”, vino a clavarse sobre mi existencia...De alguna forma, me sentí afortunado y agradecido....Las palabras de mi compañero lograron otra vez arrancarme de mi abstracción y lo seguí como un autómata rumbo a la puerta vidriada que se encontraba a la izquierda.El gran salón repleto de mesas, estaba en esta ocasión completamente vacío y en silencio. Lo atravesamos en toda su extensión guiados por la muchacha rubia hacia un local de venta de souvenir. Donde finalmente, mi compañero Garvauskas consiguió el “samovar” que tanto había buscado para su padre. Regresamos al buque rápidamente y partimos de Leningrado al día siguiente, (tal cual era lo previsto) rumbo a Kotka en Finlandia.Desde que sucediera este incidente, hace ya casi 25 años otras tantas cosas me han ocurrido relacionadas con hechos de esta naturaleza. No obstante, ninguna provoco un impacto tan fuerte como esta “primera” en el conflicto de mi interpretación de la realidad.La contundencia del hecho en si, me indujo a intentar encontrar una respuesta lo suficientemente satisfactoria para saciar la curiosidad de mi mente.Así busque en la religión, en la filosofía y en la ciencia algún indicio que se acercara a dar una explicación sobre el tema. Dentro de la ciencia, la física moderna es la que más esfuerzos ha realizado por la interpretación del universo.Como es de imaginar, mas allá de encontrar la respuesta a un tema de estas características, uno solo avanza en la acumulación de conjeturas mas o menos convincentes.En mi opinión, las tres ramas sobre la que se sustenta la búsqueda, (religión, ciencia y filosofía) curiosamente tienden a acercarse de forma íntima ante lo inexplicable.Y es absolutamente inevitable, que aunque uno no sea teólogo, científico ni filósofo, intente sacar sus propias conclusiones sobre una vivencia que lo tiene como protagonista. Mas aún, el origen mismo del pensamiento nace cuando el sujeto resulta capaz de interrogarse sobre los hechos que lo conmueven. Ninguna pregunta espera al conocimiento para ser formulada.Las primeras sospechas que yo he podido plantearme a partir de este “incidente” son que: 1- Existe una realidad única y absoluta pero mas amplia de la que nos permiten percibir nuestros sentidos. Por lo que en tal caso, constantemente nos estaríamos perdiendo una parte de la verdad. Aquí perfectamente puede utilizarse la “alegoría de la caverna” de Platón.2- Existe mas de una realidad, quizás hasta infinitas de ellas que “conviven” íntimamente cercanas, pero distinguidas por “insignificantes diferencias “ con las cuales, somos capaces de construir nuestro destino a voluntad.3- La conjunción de las 2 primeras sospechas amalgamadas en esta tercera. Donde las “diversas” realidades están solo enunciadas ( no existen como tales) y pujan por colapsar en una única y absoluta resultante que determina esta que vivimos. Hasta aquí llega el propósito de enunciar estas tres sospechas. Pero mi reflexión sobre este tema, no es la de intentar descifrar el universo. Si no la de entender cual es el mecanismo que nos permite percibir actos, hechos y objetos que aun no hemos conocido. Y que tiende a justificar este llamado: “incidente de Leningardo”.Desde el principio de la civilización, el arte ha ocupado un lugar de privilegio en la evolución de las sociedades.En el arte, cualquiera sea su forma de expresión no solo distinguimos un hacedor, una mano entrenada y experta.Si no que siempre que hablamos de arte resulta necesario encontrar algo “mas”, algo que permita ratificar el poder creativo del artista. Hay aquí, un misterio “flotando en el aire”. El talento esta claro que cosa es.Pero la inspiración, la “llama” que enciende ese talento en el artista, nadie sabe muy bien de que se trata. Es pura conjetura, de la que algunos diccionarios se animan a definir de forma mas o menos elegante o mas o menos coherente.Tampoco creo que nadie haya intentado realizar una investigación seria sobre el asunto. Ahora bien, de lo que no cabe la menor duda es que la inspiración existe. Y que es la responsable de la materialización de obras magnas, trascendentales y geniales.La sensación que siente el artista cuando esta inspirado, es la de tener “todo resuelto”. Así lo hicieron saber al mundo tanto Mozart como Miguel Ángel. Finalmente, pareciera que el artista y su talento quedaran reducidos a ser solo una herramienta de la inspiración que los conmueve. Hay una especie de seducción y de grata sumisión a la que se entrega el individuo ante el sentimiento de la inspiración. Tal como si recibiese a un entrañable amigo en su casa. Que lo aconseja, lo guía, lo alienta y lo reconforta.Las especulaciones que se pueden hacer respecto de esto, son tantas y de tan diversa “calidad” que alcanzaría para saciar las preguntas de toda la historia de la humanidad.Mi visión personal del tema es que la sensibilidad del artista le permite percibir en forma consciente, “destellos” de una realidad mas perfecta o solo identificada con cualquiera de las 3 sospechas enunciadas antes, y oportunamente.Esta “inspiración conciente” que domina al verdadero artista, se materializa en el hecho concreto de su obra. En el caso que nos ocupa en cambio, puede que esta “inspiración” se dé a nivel inconsciente mientras dormimos.Puede también, que solo estando en estado inconsciente la mayoría de los humanos seamos capaces de admitir el ingreso de “información” adicional a nuestras mentes.Básicamente esta es la idea, el mismo mecanismo que alienta a los artistas, puede que se manifieste en nosotros en los sueños. Quizás cuando antes de acostarnos, olvidamos cerrar “alguna puerta” de las que nos separan de percibir una realidad mas amplia o mas completa. Y aquí termino. Hay una parte de la realidad que se nos escapa.

Perfil del frente y espaldas

Perfil del frente y espaldas: 7 Axiomas personales

1- Duermo 10 horas por día y necesito otras 10 para despertarme.
2- Mi “Zeigeist” ya pasó, o siempre esta por venir.
3- Mi muerte y mi vida son las dos caras de una misma simulación.
4- No confió en el amor testicular.
5- Lo externo me acosa, me acorrala y me impone sus reglas.
6- Depender del dinero me pone de mal humor.
7- La vida debería fluir sin contratiempos. Sin demoras ni tantos obstáculos.

Un patadura confeso



Los derechos del patadura

Como casi todos los chicos me crié en un ambiente donde la gente hablaba de fútbol. Los domingos sobre todo, y de manera especial los lunes, los comentarios de los resultados se prolongaban en la escuela, en el almacén o en la vereda de la puerta de casa con los vecinos. Para mí era como interpretar una película sin sonido. Desconocía la causa de tanto interés y motivación, pero respetaba el ejercicio de aquel culto como uno mas de los que me imponían las buenas normas. Aquello no era otra cosa, que una parte complementaria del sacrificio que imponía la depresión del día domingo.
De más esta decir, que empujado por las “presiones sociales” hasta llegué a hacer algún GOL por casualidad, en las improvisadas canchas de la plaza Mitre de Mar del Plata. Pero queda muy claro, que nunca dejé de ser un “patadura”.
Pasaron muchos años y el fútbol dejó de ser solo un modo de aplacar la “neurosis dominical colectiva” para transformarse en la necesidad diaria de millones, como modo de mitigar la ahora incipiente “neurosis cotidiana”.
Digamos que de algún modo, el fútbol amplió su capacidad de contención y fue ganando espacio. Mientras que yo, solo continuaba poniendo atención en él, cada vez cada vez que Argentina jugaba un mundial.
Hoy lo desborda todo! .Como Dios, esta todas partes, en todos los canales y en todas las radios. Todos los días y en todas las horas.
Entre el resto de la programación (donde también se habla de fútbol) y el fútbol mismo, solo queda tiempo para hablar del clima. Y de hecho, nunca se sabe si va a llover o no.
Los “especialistas futboleros” profundizan en la superficialidad de todas las ciencias.
Y todas ellas, tienen su espacio dentro del fútbol. La medicina, la física, la psicología, la matemática y aún la filosofía. El fútbol mismo pareciera ser una madre integradora capaz de abarcar el espectro mas amplio de todas las materias.
Es por ello que, en honor a todos los sufridos silenciosos “pataduras” que habitamos este planeta y no hacemos manifestaciones ni cortamos calles para reclamar por un espacio en el mundo. En honor de las minorías marginadas y discapacitadas para entender el significado básico del autentico sentido del “ser humano”. Es entonces que propongo instaurar el día mundial del “patadura”.
Finalmente, creo que Carlos Marx se equivocó cuando dijo que “La religión es el opio de los pueblos”. No pudo ni siquiera imaginar en aquel tiempo, la diversidad de posibilidades que ofrecerían los medios masivos de comunicación a la “transferencia de sentido” para la vida de las personas.

martes, 26 de mayo de 2009

Confesiones de medio siglo

Confesiones de un "Tipo intuitivo"
Anexo I:
Nací alguna vez en la ciudad de Mar del Plata y sin temor a realizar afirmaciones falsas, puedo asegurar que mi madre estuvo conmigo cuando ello ocurrió.
Fui siempre un poco autista. Ensimismado en mi percepción de las cosas me perdía lo que en realidad sucedía. Para definirlo de alguna manera mas clara, puedo asegurar que veo aquello que nadie ve, allí donde nadie mira y termino por perderme todo lo que es obvio.
En el primer grado de la primaria tarde unos 6 meses, en comprender la función que pretendía cumplir aquella señora de guardapolvo blanco que no paraba de hablar y dibujar cosas en el pizarrón. Para entonces, mis notas eran todo un desastre.
Las exigencias de mis maestras fueron un auténtico calvario para mi pobre espíritu que solo habia nacido para contemplar el mundo, y no para asumir responsabilidades. Suponia en mi inocencia, que la sociedad habia sido bien construída, por gente que sabía como hacerlo. De alguna manera y sin en realidad saberlo, daba por hecho que la humanidad había superado infinidad de conflictos que mas tarde, debí averiguar con dolor que aun estaban pendientes.
¿Que habían estado haciendo los hombres antes de que yo naciera?
A tan temprana edad, descubrí que mi relación con los otros seres humanos siempre habria de ser conflictiva. Por lo que comencé la búsqueda de "simulaciones" tendientes a encontrar métodos de comportamiento que permitieran mi aceptación. Erroneamente supuse que incertarse, significaba volver a recuperar la paz.

domingo, 24 de mayo de 2009

Viajando a los 50


Viajando a los 50:
Las personas somos como ventanas que miran al mundo y a través de cada una de ellas se ve una parte distinta de la realidad. Cada una suma su “verdad” hasta donde puede ver, la que termina colapsando en esta realidad común. Ocupando su debido espacio.
Bajo este concepto, se me ocurre que el viajar es algo así como abrir esa ventana que nos ha tocado en suerte y asomarse un poco mas lejos.
Cuando estaba en la secundaria, me correspondía una vez por semana ir a mi clase de natación en la “pileta cubierta”, que se encuentra aun en la rambla de la ciudad de Mar del Plata. Entre la playa Bristol y el Torreón del Monje. El frió aire del invierno no me impedía retrasar mi vuelta a casa, para ir hasta la punta de la escollera y mirar el horizonte.
Me inundaba entonces una profunda nostalgia de cosas no vividas que me llegaban del otro lado del mar. Un inexplicable sentimiento de melancolía en el que yo me dejaba envolver a gusto y placer. mientras compartía mi espacio con los ocasionales pescadores de la tarde.
Disfrutaba así de aquella magia, preguntándome sobre el origen verdadero de aquel sentimiento ajeno a mi joven historia y que sin embargo clamaba con tal fuerza.
Cuando termine la secundaria ingrese en la Escuela Nacional de Náutica y 4 años después me convertí en oficial de la Marina Mercante.
Comencé a navegar intentando siempre supeditar los destinos sobre la paga. El mundo estaba allí y había que descubrirlo!. Cada partida desde Buenos Aires me embriagaba de una sensación de entusiasmo y felicidad, en la que intentaba imaginar las ciudades y las personas de los lugares a donde me dirigía. Estudiaba y leía su historia pero lo más importante era recabar información con los veteranos de la línea, los que me transmitían sus experiencias plena de detalles. Y las que mi mente absorbía con la avidez de una esponja.
Así llegue a estar en mas de 60 países, 220 ciudades, 30 y pico de capitales. Por todos los océanos. Los 5 continentes. Por los mares, canales, estrechos y golfos mas importantes.
Aprendí que haber estado en un sitio no significa conocerlo. Que siempre quedan cosas interesantes en el tintero. Y la sensación especial y muy personal, de que recién en la segunda visita a un lugar se fijan las cosas en la mente con la impronta de la realidad y no como en la vaguedad de un sueño.
La segunda visita suele ser mejor medida y planificada. Se desvanece lo fugaz y las sensaciones dejan de ser efímeras y pasan a ser mas concretas. Hay una especie de convicción de que de alguna manera, uno ya forma parte de aquel paisaje.
A veces suelo pensar en todas esas personas que se me han cruzado por azar en el camino, en todos esos rostros y almas. En los diálogos inesperados y en las situaciones casuales que me ha permitido vivir, el hecho de poder haberme asomado por “mi ventana”.
Desde chico me gusto dibujar, lo hacia antes muy a menudo. Muchas veces me retrataba en distintos escenarios. Pero si hoy tuviera que volver a dibujarme a mi mismo, lo haría como un hombre que mira al mundo. En una plaza, en un café, en una estación de trenes, o en un puente de cualquier lugar del planeta que he conocido.
Hoy con 50 años todavía sigo ejerciendo mi profesión, y aunque con muchos mas años en mi haber, aun sigue siendo un placer para mi, abrir “mi ventana” y asomarme una vez mas, a descubrir el mundo. Este mundo nuestro.

sábado, 23 de mayo de 2009

LA RATA Y YO







  • Hacia poco que nos habíamos mudado a esa casa. Aquella noche, dormía yo placidamente. Relajado y distendido como cualquiera que tiene el convencimiento interior, de haber alcanzado un logro deseado. Abruptamente mi sueño fue interrumpido por los persistentes zamarreos y reclamos de mi esposa. Tardé en entender a que se refería su voz alterada. Y casi al mismo tiempo comprendí que algo ocurría, y corría allí arriba en la buhardilla. No se trataba de una fantasía femenina, todo el ruido que provocaba aquel animal al desplazarse, hacia aumentar mis temores y presunciones sobre su verdadero tamaño. Estaba yo allí, y no tenia escapatoria alguna. Nuestros pequeños hijos dormían, aun no teníamos perro que me acompañara y mi esposa esperaba una respuesta. Con resignación, me puse los pantalones y me calce los mocasines. Pasé antes por la cocina, en busca de alguna cosa contundente con que defender mi integridad. Subí las escaleras, abrí la puerta de la buhardilla y encendí todas las luces. El sitio estaba separado en dos por una pared de madera y era evidente que mi enemigo se encontraba del otro lado de aquella pared. Así que abrí la puerta y la vi. Era una rata de mediano tamaño, nada tan grande como para justificar el escándalo que provocaba. No imaginaba por donde podía haber entrado, pero allí estábamos ahora los dos. Enfrentados, a solo tres o cuatro metros el uno del otro esperando el inicio de las hostilidades. Comencé por recoger pequeños pedazos de yeso del cielorraso y se los arrojaba con tal mala puntería que estoy casi convencido que el ejercicio acabo por divertir a la rata. Ella saltaba y se ocultaba entre los tirantes de madera hasta que alguno de mis proyectiles lograba hacer algún impacto cercano, y volvía a saltar. Así estuvimos unos 10 minutos hasta que la cosa me llevo al hartazgo.
  • Basta!, me dije: ¿Vamos a estar toda la noche así?...pregunté en vos alta. Tanteé en el bolsillo de mi Jean el paquete de cigarrillos del día anterior, y me senté sobre una caja de libros viejos que habíamos traído en la reciente mudanza. Encendí un cigarrillo y mientras fumaba comencé a hablar solo: “La verdad es, que yo quisiera estar ahora en mi cama durmiendo, antes de estar aquí peleándome con vos.¡ Pero no puedo ir abajo sin ninguna explicación! Deberías conocer a las mujeres y mas cuando son madres”.
  • Para mi sorpresa, la rata comenzó a asomar su cabeza por encima de la viga de madera que la ocultaba de mi vista. Mientras que yo, le continuaba hablando como quien le habla a un conocido. Ella me miraba con un completo asombro y el asombro se hacia mutuo, florecía al unísono en aquel improvisado monologo ajeno a la realidad. Me miraba fijo y llena de curiosidad. Y aquella mirada se volvía cada segundo mas serena y terminaba por encender mi inspiración oratoria en un marco de absurda naturalidad.
  • Especulo hoy, sobre las causas que originaron este comportamiento animal, (el de la rata). Pienso en la curiosidad del humo del cigarrillo, o tal vez en la voz calmada de un hombre confesando su condición, o lo poco amenazadora que resultaba mi figura una vez sentada sobre aquella caja de libros viejos. Como fuese que haya sido, yo continué hablando e improvise un largo discurso acerca de las posibles excusas que convendría dar a mi esposa sobre el resultado de mi intervención.
  • Finalmente recuerdo haber dicho algo así como: “Esta discusión la continuamos otro día. Me voy a dormir! No hagas mucho ruido”.
  • Apagué las luces, cerré la puerta de la guardilla y bajé las escaleras.Nunca más supimos de aquella rata ni de ninguna otra en los 16 años que habitamos aquella casa.
  • Hoy, ya han pasado 18 años de ocurrido este hecho y en todo ese tiempo mi mente barajo infinidad de conjeturas posibles que justificaran la decisión del animal para alejarse voluntariamente de su refugio. Y de entre todas ellas, la que mas me divierte pensar, es la de que “la rata” halla juzgado demasiada incoherente y aburrida toda aquella charla mía.
  • Entre lo supuesto y lo verdadero, lo último se construye con la suma de los hechos, y el hecho en este caso marca que la rata decidió buscar un mejor lugar donde continuar su vida. De alguna manera poco ortodoxa pero concreta, puede asegurarse que ambos llegamos a “entendernos” sin el uso de la violencia. Algo que a veces, resulta bastante mas difícil cuando ambos protagonistas son humanos.




Edu.Carlos Cuesta